Interés general
UPD: el último primer día
Un festejo originario de Argentina, columna de Dr. Pablo Alfonso, profesional lapridense radicado en Chivilcoy.
El último primer día, o mas conocido como UPD, es un festejo que realizan los estudiantes en su último primer día de clases en la secundaria. Este festejo es originario de Argentina.
El UPD se comienza a festejar la noche previa al comienzo de clases, con la condición de permanecer despiertos hasta ingresar al colegio al día siguiente. El festejo comienza en una casa donde se reúnen todos o algunos integrantes del curso, que luego se prolonga durante la mañana en plazas y/o parques cercanos al colegio y finaliza en la puerta o en el patio de la institución a la que asisten, hasta la hora del ingreso escolar.
Ese día no se dictara clases en la mayoría de los colegios.
Los participantes se suelen caracterizar por llevar remeras que identifican al grupo o disfraces, gorros, banderas, maquillaje artístico y el uso de bombos, elementos de percusión, espuma, cotillón, silbatos, bengalas de colores y pirotecnia.
Comienzo a escribirles con la definición que se puede encontrar en la web.
Lo que la definición describe esta obviando un dato de importancia y que es lo que hace de este festejo algo cuestionable. Me refiero a que además de lo señalado en esa trasnochada previa a que suene el timbre del último primer día, se ingiere alcohol en cantidades muy importantes, alcohol y otras sustancias, que hace que muchos ingresen al colegio totalmente borrachos, o simplemente alcoholizados y/o además bajo el efecto de otras sustancias como la marihuana.
Este “festejo” ya está entre nosotros, se habla de esto en todo el país y llego para quedarse.
Hay preocupación de pediatras, médicos emergentologos, autoridades, instituciones, incluso de la Dirección de Cultura y Educación de la Prov. de Buenos Aires: También de varios padres que no terminan de naturalizar algo que gran parte de la sociedad ha naturalizado en su cultura actual.
Los que manifestamos nuestra preocupación tal vez nos hagamos reiteradas veces la pregunta, de cuál sea el sentido de que esto sea así.
Que les parece si el dicho de: “no tiene la culpa el chancho sino quien le da de comer” fuese el marco en el que uno se responda bastante del contenido de esa pregunta?
Todos hemos sido adolescentes y creo que es sabido que transitar esa etapa de crisis de ciclo vital, contiene una natural tendencia a la transgresión. A la búsqueda constante de un límite. A llamar la atención.
Pero parece que estamos viviendo en una sociedad en la que hay problemas con la definición del “borde”, de la línea, de lo que corresponde y no corresponde, de la desnaturalización de los roles, de la falta de parámetros a seguir como directriz de vida.
Y ahí somos responsables todos. En primer lugar lo que implique al núcleo primario de una sociedad, que es la familia, como núcleo de contención, de puesta de límites claros, de amor, de cuidado y de formación en valores y principios morales. Un adolescente que transgrede es un adolescente que pretende hacerse visible y busca ese límite. Algo que le indique que se lo ama y por eso se lo cuida y así las cosas se ame y así se cuide. No cuidar, no limitar lo que está mal, un ” hace lo que quieras”, es de algún modo, me importas poco, es desamor.
La escuela como institución educativa no puede ser responsable de lo que la familia debe responsabilizarse. Alguien dijo:”Educar no es enseñar lo que no se sabe, es hacer una persona que no existía”. Y eso es rol del núcleo primario de la sociedad.
Vivimos en una cierta confusión de roles, escuela, hogar, calle. Padres amigotes, docentes amigotes, instituciones complacientes (colegios divertidos). Y cada uno tiene su rol especifico que no debe ser transformado en toda esta naturalización nociva de “falta de bordes” contribuyendo al caos natural de la adolescencia que los necesita bien plantados en su función.
Un padre que acepta que su hijo vaya a la escuela alcoholizado o bajo efectos de otras sustancias porque festeja el primer dia de clases es un padre que le transmite a su hijo poco reconocimiento a lo importante que es su institución educativa.
Vivimos hiperconectados pero no comunicados. Necesitamos de padres que apaguen las pantallas en momentos en los que se pueda mirar a los ojos, escuchar y hablar.
El desarrollo neurobiológico (cerebral) de un adolescente se completa alrededor de los 25 años de vida. El alcohol es uno de los mas conocidos neurotóxicos y de los mas aceptados y naturalizados por los padres y sociedad toda. Según SEDRONAR la edad del inicio del consumo de alcohol que hace unos años era a los 14 años, actualmente se da a los 11 o 12 años, y aumentó del 42% a 61% en los últimos 7 años en la población general.
Que estamos haciendo entonces con nuestra generación futura permitiendo todos estos excesos en su consumo y a tan temprana edad?
Es necesario ponerse mal para pasarla bien?
Por que para salir a divertirse se necesitan las muletas estimulantes del alcohol en exceso y/u otras sustancias?
No es responsabilidad de las instituciones educativas que esto no ocurra. No es responsabilidad de las autoridades tampoco. Es absoluta responsabilidad de cada una de nuestras familias que educando sobre todo con el ejemplo y poniendo el limite claro y sin vueltas, debe prevenirlo.
Es también responsabilidad de la familia dejar bien claro cuál sea el rol de una institución educativa.
Si ponemos limites haciendo que nuestros hijos se sientan valorados y queridos, ellos también van a quererse de manera que no habría lugar para los excesos. Así las cosas las instituciones educativas no tendrían que ser complacientes ante una realidad que los avasalle y las autoridades no tendrían por qué salir a dar un marco de contención a ningún desborde eventual de quienes intoxicados por una noche de excesos puedan lastimarse o generar daños a patrimonio o a terceros no siendo claramente conscientes de sus actos.
Hasta la próxima.
Dr. Pablo Alfonso
Me gustaría compartir algunas consideraciones que he elaborado a partir de mi trabajo hace 20 años como psícologa de adolescentes y en además en el ámbito de educación: la adolescencia ya no considerada una etapa de crisis sino una etapa de pasaje. Lo que está en crisis es la familia, que en mi opinión lo que menos necesita es que la institución escolar la ubique en la vereda de enfrente respecto de las complejas situaciones problemáticas que atraviesan sus hijos, sino la incluya a participar en la elaboración conjunta de un ritual de finalización de una etapa de escolaridad que incluya medidas de protección y cuidado, y por supuesto contención. Los padres necesitan espacios de diálogo, orientación y de información y la escuela PUEDE brindarlos.