Interés general

Dolor e indignación tras el robo sufrido en el campo familiar “Santa Carmen”

Carta de Lectores de Florencia Pereyra, integrante de la familia afectada.

El domingo 18 de mayo de 2025, por la noche, como todos los domingos recibí la llamada de mi abuelo, pero esta vez no fue para contarme que habían ido a misa, que estaban jugando al Burako y que la abuela iba ganando (¡¡como siempre ja!!) o que estaba muy fría la noche.  Esta vez su voz era diferente.  La noticia era otra y era devastadora.

 

Entraron a robar al campo de mis abuelos “Santa Carmen”, lo desvalijaron. No dejaron nada. Se llevaron todo lo que encontraron en la casa, el fogón y el galpón. Cada rincón fue saqueado. Pero lo peor no es la lista de cosas robadas. Lo que se llevaron no entra en un inventario: se llevaron años. Años de trabajo silencioso, de sacrificio sin horarios.

Santa Carmen no es solo un campo. Es nuestro lugar en el mundo. El lugar donde crecimos, donde aprendimos a valorar el esfuerzo, donde vimos a los abuelos labrarse un futuro con las manos, con dignidad. En donde aprendimos lo que significa el trabajo en el campo, ese que muchos romantizan, pero pocos entienden.

 

Es nuestro rinconcito de paz, el lugar que cada vez que volvemos a Laprida queremos visitar, dormir, prender bastante fuego y disfrutar de los atardeceres más hermosos.

 

Nos quitaron herramientas, muebles, animales, electrodomésticos, maquinarias. Sí. Pero nos robaron también la paz, la seguridad, los recuerdos que habitan en cada rincón. Nos arrancaron de cuajo un pedazo de historia familiar. Y todavía estamos queriendo entender cómo se sigue después de esto. Hoy nos sentimos muy tristes, sí. Angustiados, con una mezcla de impotencia y bronca que no se puede explicar en palabras, pero sabemos que nos vamos a levantar con más fuerza, porque nos quitaron todo lo material, pero estamos más juntos que nunca para recuperar lo perdido y volver a esos días de disfrute y alegría en compañía de los abuelos.

Esto no es solo un robo. Esto es un grito de alarma. ¿Dónde están las garantías para quienes trabajan la tierra? ¿para los que se rompen el lomo en el interior del país? ¿Cuánto más tiene que pasar para que nos tomen en serio? Que no nos sigan diciendo que el campo está lejos cuando lo que está lejos es la mirada de quienes deberían cuidarnos.

 

A vos que estás leyendo: Te pedimos que, si te ofrecen alguno de estos objetos, no los compres. Son robados, y detrás de cada uno de ellos hay una historia que no te contaron.

 

Estas son algunas de las cosas que se llevaron (o al menos lo que podemos recordar): 6 sillas Windsor, juego de sillones nórdico (uno de tres cuerpos y dos de uno – base de madera y almohadones naturales), 4 colchones, sabanas, frazadas, cubrecamas, cuchillos de cocina, cuchillas, cocina marca Orbis a gas natural pero adaptada para gas envasado, heladera a gas, calentador de ducha a gas, 2 pantallas solares, grupo electrógeno  (Toyama color rojo), baterías varias, 7 u 8 garrafas de 20 kg, herramientas de todo tipo ( mazas, 3 palas, 2 hachas (una cabo amarillo y otra negra), 2 serruchos, pisón, bolsa porta herramientas de cuero (herramientas para alambrar) cajas de herramientas completas, taladros, máquina de cortar pasto a  nafta, dos látigos (desmalezadoras a nafta), un carro de hierro y madera  grande (color verde y madera), dos motosierras ( una de ellas marca Poulan), 8 ovejas, 3 ruedas de cuatriciclo y su batería, 2 motobombas de agua, un recado completo, varias baterías, y hasta la tapa del inodoro!!!!!. Seguramente, con el transcurso de los días, iremos notando que faltan otras cosas, que hoy no notamos.

Te pedimos que por favor no les compres y avísanos, son robadas.

 

Agradecemos que compartan esta información para llegar a más personas.

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