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El 80% de jóvenes que denunciaron abusos fue después de tener una clase de ESI en la escuela
Esta consecuencia casi directa de la educación sexual integral y el reconocimiento de lo que es un abuso se da en mayores de 9 años, y principalmente entre quienes tienen de 12 a 14 años
Meses atrás, el Ministerio Público Tulelar (MPT) de la Ciudad de Buenos Aires firmó un convenio de cooperación con la Procuración General de la Nación, y entonces el MPT porteño comenzó a recibir causas de delitos contra la integridad sexual. «Aumentó exponencialmente la cantidad de declaraciones», dicen a Clarín desde el ministerio.
«Teníamos un testimonio por día y desde que tomamos los abusos hay al menos entre tres y cuatro testimonios de chicos y chicas víctimas de abuso cada día», explica Yael Bendel, asesora general del Ministerio Público Tutelar.
«Y al analizar cómo era que las víctimas habían llegado a hablar de estos abusos o qué sintomatología presentaban para que los adultos cercanos pudieran darse cuenta de estas situaciones vimos que la mayoría había contado estos abusos en las escuelas, y que las denuncias surgían de ese ámbito, y siempre después de haber escuchado y participado en clases de ESI (Educación Sexual Integral)», asegura Bendel. Según datos del organismo, 8 de cada diez denuncias fueron luego de esta instancia.
«Lo que vemos es que a partir de las clases de ESI estos chicos y chicas pudieron resignificar lo que les pasaba, y que habían sido o eran víctimas de abusos», explica la asesora tutelar.
Esta consecuencia casi directa de la educación sexual integral y el reconocimiento de lo que es un abuso se da en mayores de 9 años, y principalmente entre quienes tienen de 12 a 14 años: «En este grupo se ve claramente que la develación surge a partir de las clases de ESI en la escuela, que allí se dan cuenta que situaciones que han vivido anteriormente, cuando eran más pequeños, pueden resignificarla a partir de los conocimientos adquiridos en la clase de ESI y entender que fue una conducta abusiva».
El 65% de estos abusos es denunciado por chicas, mientras que el 35% es de varones. El 80% de los abusos ocurrió en sus propios hogares, por un familiar o una persona conocida.
Si bien la mayoría de las denuncias proviene de estudiantes de escuelas públicas, no significa que haya más abusos a alumnos de estas escuelas sino que se da más ESI y los docentes también denuncian más. «Lo ideal es que una vez que un chico relata un abuso las autoridades de la escuela lo comuniquen al Consejo de Niños, Niñas y Adolescentes o al organismo de protección de niñez que haya en cada jurisdicción. Y de allí llega a la Justicia -explica Bendel-. Lo que vemos es que en los colegios privados, en vez de hacer la denuncia se avisa a los padres, cuando sabemos que ocho de cada diez abusos son en los mismos hogares».
«Entre los más chiquitos hay un indicador que es indudable, y es que se masturban. Después se ve quién es el autor en los dibujos de los chiquitos. Hasta los 6 años los abusos que se denuncian son parejos entre niñas y niños, luego crece en niñas, pero no es que los chicos no sean abusados sino que tiene tanto estigma que muchas veces se oculta», sigue la asesora tutelar.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) confirma sus palabras. Estima que una de cada cinco mujeres cuenta ya de adulta haber sido abusada de pequeña, mientras la cifra es 1 de cada 13 en varones.
La Sala de Entrevista Especializada (SEE) es la primera en su tipo en América Latina. Se creó para tomar testimonios a niños, niñas y adolescentes y se inauguró en abril de 2018. Al comienzo se trabajó con casos derivados de la justicia penal de la Ciudad, principalmente por causas vinculadas a situaciones de violencia: de hostigamiento, maltrato y lesiones leves, ya sea como víctimas directas o indirectas, es decir, testigos.
«En el campo de la legislación educativa hace falta respetar la libertad, ante todo de los padres y también de las comunidades e instituciones específicas, propias de sociedades pluralistas. Son los padres los primeros educadores de sus hijos, y a la escuela y al Estado les corresponde un papel subsidiario en esa tarea», sostuvo días atrás en un comunicado la Conferencia Episcopal Argentina.
La Iglesia, junto con algunos grupos de padres, se oponen fervientemente a la educación sexual integral. «Con mis hijos no te metas», es el slogan de estos padres que no permiten que sus hijos sepan sus derechos ni puedan darse cuenta que tal vez alguien de su familia los está abusando. Por diversos testimonios de víctimas sobre las reacciones que tuvieron de parte de las autoridades eclesiásticas respecto de la protección de sus abusadores, al menos hasta ahora la Iglesia como institución no ha tenido un interés concreto en impulsar que las y los niños abusados por curas puedan denunciarlos.
Pero la Educación Sexual Integral es ley. Y proteger a los niños abusados es una obligación. También denunciar los abusos. Lo dice específicamente el artículo 33 de la Ley 26.061 de Protección Integral: «Medidas de Protección Integral de Derechos». Son aquéllas emanadas del órgano administrativo competente local ante la amenaza o violación de los derechos o garantías de uno o varios niñas, niños o adolescentes individualmente considerados, con el objeto de preservarlos, restituirlos o reparar sus consecuencias».
La Ley de Educación Sexual Integral es de 2006 y tiene como objetivo garantizar la ESI de todos los niños, niñas y adolescentes. El artículo 1 de la ley establece que “todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y municipal. A los efectos de esta ley, entiéndase como educación sexual integral la que articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos”.
«La ESI es obligatoria y debe estar en el contrato educativo de cada escuela, y los padres deben firmarlo. Ninguna religión debe disponer qué información deben tener los niños -dice Bendel-. La única manera de hablar de derechos vulnerados es conocer los derechos».
Fuente: Clarín
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