Región
Pandemia: «Que será el mundo y por ende del Derecho el día después, cuanto todo pase»
Entrevista realizada a la Dra. Marisa Herrera, una de las responsables de la elaboración del nuevo Código Civil y Comercial, de las leyes de fertilización asistida y matrimonio igualitario, entre otras.
Invitada por el Colegio de Abogados del Departamento Judicial de Azul, la Dra. Marisa Herrera brindó una capacitación virtual denominada “Práctica profesional y relaciones de familia”. Destacada especialista en Derecho de Familia, Herrera señaló que este contexto inédito de pandemia planetaria es una oportunidad única para reflexionar “qué será del mundo y por ende del Derecho el día después, cuanto todo pase.”
¿Cuáles son las principales problemáticas a las que considerás que todavía no se le ha dado voz, en el escenario jurídico actual?
Primero habría que preguntarse bien qué implicar darles voz, en serio. Porque me parece que sigue habiendo un “como si”, como por ejemplo sucede con las cuestiones de género. Gracias a la Ley Micaela, la capacitación en género es obligatoria, ahora bien, ¿realmente las cuestiones de género atraviesan el ejercicio de la profesión y el modo o la manera que la justicia resuelve para estar a la altura de esa perspectiva/mirada? Frases o pensamientos como “Ufff otra vez viene María para pedir…”, este tipo de ideas siguen muy presentes en la cotidianidad de los casos de violencia. Es acá cuando nos preguntamos si realmente las mujeres víctimas de violencia tienen voz, o si lo tienen desde el plano formal, desde lo “políticamente correcto”, pero al momento de la intervención, del abordaje que se propone y cómo se lo lleva adelante, esa voz está absolutamente silenciada, inclusive, ninguneada. Y así lo podemos advertir con otros colectivos vulnerables: las personas con discapacidad, los niños, niñas y adolescentes, las personas de pueblos originarios, etc.
¿Creés que a la Justicia argentina le falta escuchar un poco más a la gente? En qué campos advertís que se han registrado mayores avances en el diálogo interdisciplinario entre el Derecho y otras cuestiones de la agenda social?
La Justicia parecería que es una persona o un grupo de personas “allá arriba”, y la Justicia está integrada por cada una de las personas que están adentro del mostrador como también las que están afuera del mostrador. La justicia no es igual o lo mismo que referirse al Poder Judicial. Por eso, la justicia es mucho más amplio y profundo. Es que un buen ejercicio de la profesión, con ética y comprometido, es muy importante para alcanzar una Justicia que esté cerca de la gente; que los justiciables se sientan realmente escuchados, contenidos y protegidos por ella. Seguimos construyendo un vs entre los abogados (afuera del mostrador) y el Poder Judicial (adentro del mostrador) y jamás se puede construir un buen sistema de Justicia sobre esta base de los versus y anteponer los intereses individuales o corporativos por sobre el de los justiciables. Se siguen priorizando las formas y muchas veces se deja de profundizar en el contenido, más en el cómo que en el qué. Y el qué, para qué, hacia dónde son preguntas que aún siguen siendo interrogantes abiertos en un mundo como el jurídico que aún sigue siendo extremadamente rígido y muy poco humano, en especial, para los más vulnerables. Justamente, para ellos muchas veces la Justicia es lo último o lo único que tienen para poder alcanzar una vida un poco más digna. ¿En este contexto complejo y crítico, dónde observo más avances? No puedo decir en un fuero en especial porque sabemos que como el recurso humano es tan importante, hay avances más de tinte personalistas o personales que institucionales. Así como en el fuero de familia observo en algunos ámbitos o departamentos judiciales de la Provincia de Buenos Aires, operadores jurídicos y no jurídicos sumamente comprometidos; también en otros la deuda es enorme. Un ejemplo claro y básico es la destitución de un juez de familia en Olavarría por acoso sexual y maltrato laboral. Ahora bien, de manera general, es lógico que el diálogo interdisciplinario se lo observe con mayor peso y relevancia en el fuero de familia, no sólo por la composición de los juzgados y su integración con equipos técnicos, sino por las propias problemáticas que se abordan en este fuero. ¿Eso quiere decir que la interacción es positiva, qué no haya mucho que revisar en ese diálogo interdisciplinario para que sea un verdadero diálogo? El interrogante queda abierto.
Has formado parte de los equipos de elaboración de normas históricas, como el nuevo Código Civil, el matrimonio igualitario, la fertilización asistida, la identidad de género… ¿creés que todavía hay actores del campo jurídico que resisten el aggiornamiento de la ley?
Absolutamente, la resistencia aún es fuerte y eso es lógico. Sucede que lo nuevo y lo viejo (por decirlo de una manera fácil) está en tensión y lo estará por muchos años. Así son las grandes transformaciones culturales y, en este caso, sociojurídicas. Una formación clásica en el que lo que dice el Código Civil es palabra “santa”, a una mirada más crítica y profunda como el que invita el diálogo permanente entre el derecho civil y los derechos humanos y la consecuente puesta en crisis de manera constante si lo que regule el Código es la mejor respuesta para la realidad familiar que se presenta, en una sociedad dinámica y cambiante. En definitiva, la perspectiva constitucionalizada- humanizada del derecho de las familias aún está en plena construcción, es cierto que se ha avanzado muchísimo y en gran parte por la sanción de un Código Civil y Comercial que introduce cambios sustanciales en este campo, pero ello no significa que “por arte de magia” las miradas clásicas, prejuiciosas y conservadoras hayan desaparecido. Un ejemplo claro lo hemos visto en el debate sobre la interrupción voluntaria del embarazo, la conocida “marea verde” generó una contra ola, la celeste. Ésta es, en definitiva, la misma puja existente entre dos modos, modelos, miradas sobre el Derecho.
¿Cómo se revincula el Derecho como herramienta social en este contexto inédito de pandemia mundial, a la luz de las urgencias y emergencias que se ponen en juego en estos momentos de crisis?
Éste sí es un interrogante tan actual como complejo e importante. No sólo cómo o en qué lugar se debe colocar el Derecho en este contexto de pandemia, sino qué será del mundo y por ende del Derecho el día después, cuanto todo esto pase. ¿Un Derecho más solidario, colectivo, sensible a lo que le pasa al resto, sabiendo que los más fuertes debemos ceder en pos de los más débiles? ¿O un derecho que siga priorizando las construcciones individuales, en el “sálvese quien pueda”, en “éste es mi derecho y quiero que me lo cumplan” sin importar las consecuencias de eso?
Esta supuesta tensión entre salud y economía nos debería hacer repensar de manera profunda el lugar del derecho. No sólo porque ambas son importantes, sino porque es evidente que sin la primera, la salud en el sentido amplio que ya nos dice la Organización Mundial de la Salud hace tantísimos años, no es posible referirse a la segunda. Y la otra cuestión que esta pandemia está dejando en evidencia y que me parece muy importante destacar es en torno al rol, al lugar, al papel central que juega el Estado. Esta idea de que, en definitiva, es el Estado quien te cuida y no el mercado, no es otra cosa que animarse a ver las desigualdades y actuar en consecuencia, es decir, entender que una sociedad profundamente inequitativa es violatoria de derechos humanos, no sólo para los que menos tienen sino para la sociedad en su conjunto. ¿Acaso, nadie se pregunta por qué las sociedades con mayor índice de bienestar son las más equitativas en términos sociales y económicos? Qué Derecho como herramienta social necesitamos para este contexto extraordinario, nos obliga a preguntarnos, en definitiva, qué Sociedad queremos. En este marco, la pandemia podría ser vista como una verdadera OPORTUNIDAD para animarnos a hacernos preguntas tan incómodas como fundamentales porque como bien se dice, no sabemos qué mundo queda después de esta pandemia, lo que sí sabemos, es que el mundo no será el mismo, por eso el Derecho debe tomar nota de esto. ¿Hacia dónde? Otro gran, gran interrogante abierto.