Deportivas

«Son tres décadas de amistad, compañerismo y solidaridad»

Marcelo Lacal y los 30 años que está cumpliendo Unión y Esperanza

La Agrupación Unión y Esperanza de Laprida cumplió 30 años de trayectoria deportiva y social en Laprida. Detrás de las tres décadas se atesoran innumerables logros, esfuerzos y objetivos alcanzados desde la esencia de su nombre.

Grandes atletas y buenas personas aportaron la agrupación al mundo de las competencias. Han pasado varias generaciones de dirigentes y colaboradores, teniendo en Ángel Rodríguez su emblema, su motor de arranque.

Marcelo Lacal, ex presidente, en consonancia con tan importante fecha, lanzó al ruedo de las redes sociales su reflexión personal de «esa Unión y Esperanza». Y qué mejor que conocer desde el interior de la cocina su verdadero significado. Esto escribía:

«¿Qué significa la agrupación para mí? Qué difícil es ser objetivo cuando uno es parte, tan complicado como expresar sentimientos con palabras.

«Intentando dar respuesta a esa pregunta, me vienen a la mente innumerables recuerdos, afortunadamente la mayoría de alegrías, aunque aparezcan en ellos seres queridos que ya no están. Dan vueltas por mi cabeza triunfos y logros, los que a pesar del paso del tiempo vuelven a humedecerme los ojos, viajes, eventos, miles de anécdotas.

«No puedo precisar el momento exacto, pero ‘nuestra relación’ empezó casi como un hecho fortuito, hace casi ya una docena de años, acompañando a mi hijo a su primer entrenamiento. Fuimos de los primeros en llegar y poco a poco se fueron sumando. Por ese entonces, vuelto a Laprida después de muchos años de ausencia, era en un desconocido para muchos, pero créanme si les digo que no hubo un niño, un adolescente o un adulto que no pasara a nuestro lado y nos regalara un ‘hola’ acompañado con un beso, sentí como si me conocieran de toda la vida. Cuando volvimos a casa tuve la sensación de ya haberme hecho sentir parte.

«Poco a poco fui conociendo el funcionamiento y pude darme cuenta que no todo era una cuestión de resultados, que si bien para el que compite es importante ganar, no sirve el ‘a cualquier precio’. Pude comprobar que Unión y Esperanza no era sólo un nombre bonito que se la había ocurrido a alguien por ahí, sino como tan bien lo definió Mauricio Fuhr en una hermosa carta que publicó en Facebook, ‘Unión y Esperanza es una escuela de vida’.

«Empecé a notar que, además de conceptos técnicos, se les daba a los entrenamientos su aspecto lúdico. El chico es un niño y está en edad de jugar, no de recibir opresiones con títulos y marcas escuche más de una vez. Se inculcaban principios y valores. ‘Compañerismo’, ‘amistad’, ‘solidaridad’, ‘respeto’ eran palabras que se demostraban en cada momento. Se me vino a la cabeza aquel primer día… ‘¿cómo no me iban a regalar ese hola y un beso si yo iba a ser parte de todo eso?’, pensé.

«Tuve la suerte como padre de acompañar en algunos viajes y comprobé que llevaban a la práctica todo lo aprendido en la semana. Viajar era sinónimo de alegría, de compartir con amigos. El ‘dale que vos podés» era una moneda corriente sin importar si eras el primero o el ultimo; el ‘todos somos iguales’, al aceptar llevar menos dinero del que podía para no hacer sentir mal al que no lo tenía; el «comer todos juntos»; el alegrarme por la victoria de un compañero, aún cuando era yo al que había derrotado eran un clásico en cada competencia… Valores y más valores que día a día les inculcaba su profe y que aún siguen llevando a la práctica de grandes. ¡Un entrenador que muchas veces tuvo que dejar su rol y convertirse en papá, en consejero, en amigo, en compañero y al que todavía idolatran con mucho respeto, claro, el mismo que ellos recibían… no había ‘hijos ni entenados’, se los retaba o halagaba según correspondiera, siempre siguiendo esos mismos valores y principios enseñados… ¡¡¡chapeau Gallo!!!!.

«Me tocó en suerte ser presidente por muchos años, y aunque en la actualidad ya no lo soy, esos lineamientos siguen intactos. Recuerdo haber dicho alguna vez en algún discurso que la agrupación tiene algo que te atrapa, que te adopta, una familiaridad y un compañerismo que hacen que no quieras salir de ella. Veo en estos días mensajes de varias personas que pasaron por la institución que les pasa lo mismo y siento que esa ‘locura’ es compartida.

«La Agrupación me permitió conocer muchísima gente -algunos de ellos los siento mis amigos-, de contactarme con atletas y referentes del atletismo y que te feliciten por lo que hacemos, de sentir sana envidia de no poder contar con una unión y esperanza en sus vidas. Me hizo conocer lugares, de disfrutar la cara de asombro de los chicos al abrir sus ojos y encontrarse ante la cordillera nevada o ante la majestuosidad del mar. Logró que gente me abrace y felicite por los triunfos conseguidos por nuestros atletas, que venga un padre emocionado y te diga ‘gracias por lo que hacen por mi hijo’; que se me infle el pecho cada vez que un lapridense me dice ‘cómo no voy a colaborar con ustedes, con todo lo que hacen por Laprida’. Como no me voy a sentir orgulloso de llevar en la piel el azul y verde de nuestros colores.

«Gracias ‘Gallo’ por impulsar esta locura… a todos aquellos que te acompañaron en sus comienzos… a todos los que nos fuimos subiendo al carro durante todo este tiempo… a todos los que desinteresadamente están siempre dispuestos a darnos una mano, y por ultimo a Laprida, a toda su gente, los que con su apoyo hicieron que esa idea de ‘aquellos locos’ fuera posible y hoy este aún vigente. ¡felices 30 años mi querida Agrupación!!!!!!».

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